Sinopsis: Desde los Alpes italianos hasta el norte de Alemania, pasando por Londres, Nueva York, Washington y Tokio, Victoria 1945 narra la historia del extraordinario verano en el que la mayor conflagración que el mundo había conocido terminó gracias a una serie de dramáticas rendiciones.
En el 80.º aniversario de esos acontecimientos, los célebres historiadores James Holland y Al Murray exploran estas históricas capitulaciones. Mientras seguían los combates, empezaron las tentativas de rendición rodeadas de dramas, conspiraciones, traiciones, robos de obras de arte de incalculable valor, operaciones gigantescas de falsificación de moneda, intentos de golpes de Estado de militares japoneses para continuar luchando e increíbles acciones desesperadas por parte de nazis para tratar de librarse de la horca.
Acompañando a figuras
como Ike, Montgomery, MacArthur, Truman o Hirohito y a otras menos conocidas
como Karl Wolff, Ernst Kaltenbrunner o Kenji Hatanaka, veremos los últimos
combates de la Segunda Guerra Mundial bajo una luz completamente nueva y
comprenderemos qué llevó a acordar los términos de rendición que, en última
instancia, determinarían la configuración del mundo en el que vivimos hoy.
A diferencia de otros libros que tratan el final del conflicto como un evento monolítico, el de Holland y Murray desglosa las múltiples capitulaciones que ocurrieron en distintos frentes: desde los Alpes italianos hasta Berlín, pasando por Noruega, Rumanía, Filipinas, Hiroshima y Tokio. Los autores destacan que estas rendiciones no fueron un acto único, sino un proceso caótico lleno de negociaciones, traiciones, y maniobras desesperadas por parte de los líderes y soldados del Eje. El lector va a descubrir los entresijos de las ocho principales rendiciones que marcaron el fin de la guerra, en Europa y Asia-Pacífico, con un enfoque particular en los eventos humanos detrás de cada una.
Los autores utilizan el escenario del búnker de la cancillería -representado en la película alemana de 2004 "El Hundimiento"- como el preámbulo de las múltiples rendiciones europeas que vendrían. Narrativamente hablando puede parecer anticlimático recordar el suicidio de Hitler al principio del libro, pero nada más lejos de la realidad, pues sirve de un excelente preámbulo que da paso a las historias individuales de quienes lidiaron con la confusión de una guerra que parecía ganada para unos y perdida para otros, pero que todavía no había terminado.
La principal fortaleza
del libro reside en el análisis detallado del estado de ánimo y la moral de
estrategas, asesores, líderes y comandantes, cada uno de los cuales sucumbió al
estrés de seis años de combate. Por parte de los Aliados, las figuras incluyen
al excéntrico Bernard Montgomery, a Dwight Eisenhower, presentado como un líder
preocupado por el destino de cientos de miles de soldados, y a los comandantes
soviéticos que hicieron grandes esfuerzos por obtener la capitulación final. Al
otro lado del frente, Adolf Hitler, como se retrata en la obra, se acerca cada
vez más a la locura, mientras que los líderes del Tercer Reich se presentan más
interesados en su propio destino después de la guerra que en su papel como
comandantes militares. Estaban atrapados en una lucha interna por su sentido del
deber hacia Alemania y su deseo personal de hacer todo lo posible para salvarse
del avance aliado hacia Berlín.
En cuanto al teatro de operaciones del Pacífico, se examina detenidamente la dura perspectiva a la que enfrentaban los estadounidenses en su intento de conquistar las islas principales de Japón, ejemplificada por la resistencia suicida de los militares -y civiles- a la invasión de Okinawa, que recordemos les costó más de veinte mil muertos. Los autores afirman que la necesidad de los bombardeos atómicos quedó demostrada por el intento de golpe militar organizado por oficiales japoneses de alto rango que querían desafiar las órdenes del emperador Hirohito y continuar la lucha a pesar de la amenaza de la aniquilación nuclear.
Por último, cabe señalar que se sabe que algunos libros escritos a dos manos no siempre resultan satisfactorios. Afortunadamente no es el caso de Victoria 1945. James Holland, conocido por su capacidad para humanizar la historia militar, y Al Murray, con su enfoque fresco y a menudo humorístico, logran un equilibrio perfecto entre el análisis histórico riguroso y buena narrativa. La escritura es fluida, con un ritmo que mantiene al lector enganchado, incluso cuando se adentra en detalles técnicos o estratégicos. Todos estos ingredientes dan como resultado una obra que brilla especialmente en su capacidad para entrelazar las grandes decisiones estratégicas con las experiencias individuales de soldados, civiles y líderes. Por ejemplo, la narración del papel de Karl Wolff en las negociaciones de rendición en Italia, rodeadas de intrigas y traiciones, añade un elemento casi novelesco a la obra. Debo confesar que este es el episodio que más he disfrutado.
En conclusión, el lector, bisoño o veterano, encontrará ante todo una historia de los retos militares, políticos y humanos que entrañaron las rendiciones que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial. Un acierto y un descubrimiento.
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