Sinopsis: Nacido el año 53 d. C. en Itálica, en la fértil Bética, el corazón de la Hispania romana, Marco Ulpio Trajano estaba llamado a ser honrado por sus coetáneos como Optimus Princeps, el «mejor emperador», un epíteto que permanece vivo hasta hoy. Como militar echó los dientes en campañas en Oriente y en el Rin, bajo la atenta mirada de Domiciano, pero sería tras su ascenso a la púrpura cuando forjó su gloria en las aguas del imponente Danubio y sobre las nevadas cumbres de Dacia, cuya conquista, tras dos guerras terribles, quedó inmortalizada en piedra en la monumental columna que lleva su nombre. La extensa labor edilicia de Trajano, dentro y fuera de Roma, fue el gran escaparate propagandístico de sus gestas militares, pero también de un complejo programa ideológico que le permitió consolidar el imperio para proporcionarle casi un siglo de estabilidad, época que Gibbon consideró la más feliz en la historia de la humanidad. Quiso el destino que Trajano terminara librando sus batallas más difíciles y trascendentales en Mesopotamia, frente al formidable Imperio parto. Allí estuvo a punto de cambiar el curso de la historia y allí fue también donde terminó su existencia mortal para convertirse, a ojos de los romanos, en un dios. El libro Trajano. El mejor emperador de David Soria Molina no solo recoge la apasionante vida de uno de los emperadores más importantes de Roma, con sus luces y sus sombras, sino que supone un magistral acercamiento a las coordenadas geopolíticas en las que se desarrolló su imperio, con una narración vibrante de las duras campañas militares que emprendió. No cabe duda de que el mundo romano –lo que, para la época, es casi decir el mundo– no volvió a ser el mismo tras el paso de Trajano por el trono de los césares. Basta recordar la exhortación con la que, en lo sucesivo, el Senado aclamó a los nuevos emperadores: «Que seas más feliz que Augusto y mejor que Trajano».
De la mano de Desperta Ferro Ediciones y fruto de varios años de investigación, David Soria Molina aborda una novedosa biografía que estudia la figura del emperador Trajano y una época irrepetible de la historia de Roma. La obra cubre un vacío historiográfico, no solo porque estamos ante la primera biografía integral en español del personaje, sino porque, además presta especial atención al análisis geopolítico de las campañas de Trajano y una exploración del rol propagandístico de sus proyectos edilicios. El autor es doctor en Historia Antigua por la Universidad de Murcia, experto en la historia político-militar y naval del Imperio Romano, con un enfoque particular en las dinastías Flavia y Ulpio-Elia. Su experiencia queda reflejada en esta monumental obra en la que se propone no solo contar la vida del emperador, sino también contextualizar su legado dentro del complejo escenario del Imperio romano en el siglo II d.C.
El libro se estructura como una radiografía exhaustiva del mundo romano bajo Trajano, explorando su infancia en Itálica, su formación militar, sus campañas en Dacia y Mesopotamia, sus monumentales proyectos edilicios y su impacto ideológico en el imperio. Soria Molina no se limita a una narrativa biográfica lineal; su enfoque es global, analizando cómo las decisiones de Trajano moldearon el destino de Roma y dejaron una huella perdurable. El excelente prólogo de José Soto Chica destaca esta cualidad, describiendo la obra como un ejemplo de "gran historia" que no teme abordar grandes panoramas históricos mientras profundiza en detalles eruditos.
En los tiempos del emperador Domiciano fue nombrado legado de las legiones en la provincia de la Tarraconense. Domiciano fue asesinado en una conspiración palaciega, tensiones políticas antes y después del magnicidio que el autor analiza convenientemente, pero el joven Trajano no corrió la misma suerte, algo que podría haber sucedido. Ya convertido en un prestigioso militar fue adoptado por el siguiente emperador, Nerva, un anciano senador elegido por el propio Senado tras la caída de Domiciano. Nerva sólo pudo reinar poco más de un año y a su muerte fue proclamado emperador Trajano, que en aquel entonces tenía 45 años.
Trajano asumió el control de un vasto imperio, sólidamente establecido tras más de un siglo de las reformas iniciadas por Augusto y las conquistas realizadas bajo la dinastía Flavia. En este contexto, descrito con gran detalle por David Soria, Roma dominaba sin oposición: los pueblos bárbaros más allá del limes renano-danubiano no representaban una amenaza, y el poderoso imperio parto, situado al este de Siria, tampoco desafiaba su supremacía. La influencia romana, con su arquitectura, literatura y visión del mundo, permeaba toda la región mediterránea. Mientras tanto, la economía florecía gracias a un comercio dinámico que conectaba las diversas provincias del imperio, cada una especializada en distintos bienes y productos.
Llegados a este punto, toca mencionar los capítulos dedicados a las campañas militares emprendidas por Trajano, uno de los pilares fundamentales de su reinado y por ende de esta biografía. Se nota aquí que el autor está en su salsa, dando muestra de una gran capacidad para recrear las campañas militares, desde las heladas cumbres de Dacia hasta los desiertos de Mesopotamia, sumergiendo al lector en la intensidad de estos conflictos. Estas campañas dieron como fruto la creación de dos nuevas provincias: la Dacia, al norte del Danubio y que se corresponde con parte de la actual Rumanía, y la Arabia Pétrea, levantada sobre las ruinas del viejo reino de los Nabateos en lo que hoy es Jordania. Las descripciones de las batallas contra el Imperio parto, en particular, son apasionantes, mostrando no solo la destreza militar de Trajano, sino también los desafíos logísticos y estratégicos que enfrentó, para finalmente arrebatarles Armenia, Mesopotamia y Asiria. El imperio tenía en aquel momento cinco millones de kilómetros cuadrados y dentro de sus fronteras vivían casi 90 millones de personas.
Aunque los logros militares de Trajano ocupan un lugar central, el libro no se limita a estos. No contento con llevar las fronteras más lejos que nadie antes, su reinado se caracterizó por un ambicioso programa de construcción de edificios públicos, tanto en la capital como por todas las provincias. Soria Molina dedica un espacio significativo a esta labor, como la construcción del último de los grandes foros presidido por una inmensa columna que ha llegado hasta nuestros días o el puerto hexagonal en Ostia, que no solo sirvieron como propaganda de sus victorias, sino también como instrumentos de un programa ideológico que consolidó el poder imperial. Además, el autor explora su vida personal, incluyendo su relación con Pompeya Plotina y su decisión de adoptar a Adriano -interesantes conclusiones- como sucesor, ofreciendo una visión más humana del emperador.
Para terminar, el libro maneja una cuidada bibliografía y se apoya en gran cantidad de imágenes que ayudan con sus mapas y figuras (las correspondientes a los relieves de la Columna Trajana no tienen precio) a la comprensión. Una biografía excelente de un emperador irrepetible, cuyo legado perduró durante siglos y aún hoy se recuerda.
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