Lo
primero que podemos destacar es la gran amplitud cronológica del libro,
logrando abarcar multitud de escenarios
y épocas anteriores, remontándose hasta la Guerra de los Siete Años para
ponernos en contexto. A esto hay que destacar que el autor pertenece a la nueva
generación de historiadores napoleónicos que son grandes renovadores del
periodo, huyendo en sus estudios del eurocentrismo imperante en obras más
antiguas. Tradicionalmente la historiografía nos ha presentado a una Francia
ejerciendo el papel de agresora contra una serie de potencias que se defienden
tanto territorialmente como al orden
internacional previo a la Revolución Francesa, al punto que se nos presenta una
Rusia a la defensiva. Todo esto cambia al cambiar la perspectiva y salir de
Europa; Mikaberidze nos muestra un Imperio zarista agresivo y expansionista que
está en guerra con el Imperio Otomano, con Persia, y en plena invasión de
Finlandia. Con Gran Bretaña ocurre lo mismo, para ellos la guerra en Europa no
deja de ser una guerra regional en comparación con la partida global que se está
jugando y que la catapultara a ser la primera potencia económica y naval del
siglo XIX. En resumidas cuentas, Mikaberidze nos dice que el proceso de las
Guerras Napoleónicas no está condicionado ni por la Revolución francesa, ni por
la expansión imperial napoleónica, sino que es una continuación de la de la
rivalidad por la hegemonía de las potencias europeas, con nuevos actores como
Rusia y a una escala mucho más global.
La obra está estructurada en tres grandes partes. La primera de ellas analiza el periodo revolucionario, desde su inicio hasta el ascenso de Napoleón, ofreciendo un gran trasfondo histórico de los complejos acontecimientos que están por venir. La segunda parte, organizada tanto cronológica como geográficamente, nos muestra el auge y apogeo de Napoleón, tomando como punto de partida el periodo de paz de 1801-1802. La tercera parte del libro relata la caída del Imperio napoleónico, el Congreso de Viena, y una amplia visión del mundo al término de la guerra.
Aun así, como nos demuestra el autor, las potencias europeas en 1813 no lo tuvieron fácil. Napoleón tuvo varias oportunidades para destrozar la coalición internacional, pero por esas fechas ya solamente podía aspirar a no perder la guerra. Pese a realizar una prodigiosa reestructuración del Ejército no pudo paliar la enorme pérdida de caballos y la sangría de aliados que le fueron abandonando, quedando todo esto de manifiesto tras las batallas de Lützen, Bautzen y Dresde, que aunque ganó no pudo rematar al carecer de suficiente caballería para realizar la persecución. Mikaberidze también destaca el papel de Gran Bretaña como financiador de los enemigos de la Francia napoleónica, el oro británico resultó vital para sufragar el enorme gasto de los aliados en las campañas de 1813-1814.
El tercio final del libro abarca las campañas que suceden fuera del escenario europeo, con un interesantísimo capítulo dedicado a el Imperio otomano, por el que Francia y Gran Bretaña pugnaron para tenerlo de su lado. Napoleón intenta una alianza con los otomanos y los persas contra Rusia, pero tras la paz de Tilsit deja a un lado la política hostil hacia Rusia, abandonando a persas y otomanos. En América, las Guerras Napoleónicas dejaran una huella profunda en el futuro más inmediato de esos territorios que acabarán desembocando en los diferentes procesos de independencia, pero también en Europa. El Congreso de Viena va a intentar revertir todas estas transformaciones que se han producido en Europa por las Guerras Napoleónicas y la revolución, pero va a ser en vano. Se han desatado una serie de fuerzas que va a ser imposible revertir, como se va a ver en las revoluciones posteriores de 1820, 1830 y 1848, que van a recuperar en cierto modo los avances de la Revolución francesa.
En resumen, una obra magna de referencia obligada en la biblioteca de cualquier aficionado no solo a las guerras napoleónicas, sino a la Historia con mayúsculas. De Napoleón se dijo: En vida el mundo se le escapó de las manos pero una vez muerto se apoderó de él. Esa es la herencia y el legado de Napoleón, cuya leyenda perdurará en Francia, Europa y América hasta nuestros días.
Una lectura muy interesante, aunque no creo que me anime, que a fin de cuentas es un género que no suelo leer.
ResponderEliminarBesotes!!!
Este periodo de la historia no es de mis favoritos. No creo que lo lea.
ResponderEliminarSaludos
Hola!
ResponderEliminarVeo que es un libro muy completo! Pero no me gusta leer estos libros, ya que me parecen muy pesados, así que lo dejo pasar.
Pero me alegra que te haya gustado. Un beso!