Sinopsis: Santander, 13 de noviembre de 2019.
Nada más iniciar su jornada laboral, la abogada penalista Clara Caballero recibe una noticia perturbadora: su amiga Irene, una dulce profesora universitaria, ha sido detenida en el pueblo cántabro de Comillas. Es la única sospechosa del asesinato de un hombre al que nadie parece conocer.
Convencida de que se trata de un error, Clara asume su defensa. Sin embargo, su confianza no tarda en desvanecerse cuando descubre que el marido de Irene la sorprendió en el jardín del domicilio familiar arrodillada junto al cadáver y empuñando el arma del crimen. La situación se complica todavía más cuando advierte que el asunto podría estar relacionado con la muerte violenta de la anterior pareja de Irene hace casi seis años, un caso que no se consiguió resolver. A partir de ese momento, Clara no podrá evitar preguntarse quién es realmente Irene.
Atenazada por las circunstancias, deberá investigar por su cuenta para averiguar la verdad. Ya no se trata de defender a su amiga, sino de encontrar al responsable de los asesinatos.
Una novela ambientada en un entorno en el que las apariencias son, a menudo, más importantes que la realidad.
La oscura portada nos da
una idea de lo que va a acontecer en el libro, pero diría que se queda
hasta algo corta para adelantar lo que se nos viene encima. Nada más ver la
novela pensé que era un thriller policiaco más, pero me sorprendí mucho al descubrir que nuestros protagonistas eran abogados penalistas. Clara Caballero y su
compañero Tomás Herrero aceptarán defender a Irene, una profesora de
universidad que ha sido detenida como sospechosa del asesinato de un hombre que
ha aparecido muerto en su jardín. Clara es intima amiga de Irene, y aunque
en un principio cree firmemente en la inocencia de su amiga, su amistad se pondrá a
prueba a lo largo de la historia.
En torno a este trío protagonista girará toda la novela, aunque tengo que reconocer que Clara ha sido el personaje que más me ha gustado y con el que más afinidad he logrado experimentar. La relación con su amiga y como se involucra en su defensa para lograr dar con la verdad me ha llegado al corazón. Tomás, en cambio, al no tener el vínculo emocional que tiene Clara se muestra más frío y visceral en la defensa de Irene, logrando el perfecto equilibrio en la investigación.
Otro punto a destacar de la novela es que el autor logra que entendamos levemente el funcionamiento del sistema judicial, insertando pequeñas gotas mientras se desarrolla la historia. La confidencialidad entre abogados y clientes queda puesta a prueba con la relación entre las dos protagonistas, enfrentando el valor de la lealtad y la amistad con el deber y la ética profesional.
En resumen, La sospecha eterna ha sido una intensa lectura en la que podemos notar en cada página el dominio que ejerce Pablo Alaña sobre la trama y sus personajes. Todos estos ingredientes, hábilmente mezclados por el autor, poco a poco nos irán dando las pistas para resolver los misterios ocultos de una novela que me ha sorprendido muy gratamente.
Hola :)
ResponderEliminarNunca me animo con este género, aunque reconozco que sus historias siempre tienen algo que me llama la atención. Por el momento, lo descarto.
Besos
No me termina de convencer, asi que lo voy a dejar pasar.
ResponderEliminarSaludos
Pues no pinta mal. SI se cruza, me podría animar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Ya sabes que este tipo de novelas me encantan, me la apunto ^^
ResponderEliminarQue bien reseñas, parece precioso!!!
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