Sinopsis: Como usted y yo, se calcula que unos 3000 millones de personas, casi el 40% de la población mundial, es hablante nativo de alguna lengua indoeuropea. Da vértigo pensar que, tras estas cifras apabullantes, en su raíz más profunda, estuvieron la lengua, los mitos y los genes de una antigua población prehistórica. ¿Cómo un puñado de gentes, hace milenios, pudo crear esta enorme familia de lenguas y pueblos? Y ¿dónde habitaron, cuál fue la cuna de los indoeuropeos? Cuestiones que, durante dos siglos, generaciones de lingüistas, arqueólogos, historiadores, antropólogos y, ahora también, genetistas llevan tratando de resolver. Entre ellos, y de manera sobresaliente, J. P. Mallory, catedrático emérito de Arqueología Prehistórica de la Queen’s University (Belfast), que plasma en Indoeuropeos. La revolución científica que está reescribiendo su historia sus cincuenta años de investigación.
Mallory explora las
antiguas migraciones, desentraña la madeja lingüística, bucea en la arqueología
y añade los últimos y fecundos datos de la investigación genética para
presentar, con ingenio y brío, sus argumentos en la espinosa cuestión del hogar
de los primitivos indoeuropeos. Una cuestión que, lejos de ser un inocente pasatiempo
científico, ha estado cargada de peligrosas manipulaciones políticas, como fue
en el caso de los nazis. En este apasionante libro se persigue, con
minuciosidad detectivesca, el rastro lingüístico que nos une a los
indoeuropeos, se analizan y comparan idiomas vivos y muertos (sánscrito,
griego, latín…), se explora y cuestiona el encaje entre cultura material y
lengua a partir de la evidencia arqueológica y, finalmente, se aportan a este
enigma las investigaciones en paleogenética más avanzadas. Una obra ya de
referencia, la perspectiva más autorizada acerca de una de las grandes
incógnitas de la historia de la humanidad: el origen y la lengua de los
indoeuropeos, que no dejan de ser, milenios después, nuestro origen y nuestra
lengua.
El libro se divide en tres
partes principales que se estructuran como un viaje cronológico y metodológico: "La preparación del escenario", "Las
técnicas fundamentales del rastreo de la cuna" y "El nuevo camino a
seguir". Comienza con los orígenes del debate en el siglo XVIII, cuando el
lingüista británico William Jones, en una conferencia de 1786 ante la Royal
Asiatic Society of Bengal, postuló el parentesco entre el sánscrito, el griego
y el latín, una idea que, aunque no fue la primera, encendió la mecha de la
filología comparada. Mallory recorre con maestría las teorías pioneras, desde
la hipótesis anatólica (que situaba el origen en el actual Turquía, cerca del
7000 a.C.) hasta la esteparia (las llanuras pónticas al norte del Mar Negro,
alrededor del 4000-3000 a.C.), defendida por él mismo en su obra anterior. No
escatima en anécdotas rocambolescas, como las disputas entre lingüistas
alemanes del siglo XIX o las interpretaciones mitológicas que veían en la Torre
de Babel un eco de esta dispersión lingüística.
En la segunda parte se profundiza en el "rastreo", desentrañando la madeja lingüística con ejemplos concretos, comparando las raíces protoindoeuropeas que evolucionaron en docenas de variantes modernas. Explora el vocabulario reconstruido -palabras para rueda, caballo y yugo que sugieren una sociedad pastoril móvil- y lo confronta con evidencias arqueológicas, como la cultura Yamnaya en la estepa euroasiática. Aquí brilla su enfoque interdisciplinario, cuestionando si la cultura material (herramientas, tumbas kurgan) puede "hablar" de lenguas invisibles, y advierte contra el reduccionismo que equipara etnia con lengua.
La tercera parte es el corazón de la "revolución": los avances en ADN antiguo. Mallory integra estudios genéticos recientes que muestran flujos masivos de genes Yamnaya hacia Europa y Asia, respaldando la hipótesis esteparia con datos cuantitativos. No ignora controversias, como el rol de la Anatolia neolítica o las migraciones balcánicas, y enfatiza que la genética no resuelve todo, ya que las lenguas pueden expandirse por élites o préstamos, no solo por reemplazos poblacionales. El libro culmina en una reflexión humilde: el protoindoeuropeo fue una lengua real, con límites geográficos difusos, hablada en algún lugar entre el V y el IV milenio a.C., pero su cuna exacta sigue siendo un enigma que invita a más investigación.
Por último, cabe mencionar que lo que eleva esta obra a un nivel excepcional es el estilo de escritura del autor, es ingenioso y con un humor irónico que aligera debates densos. Frases como "Si la cuna del indoeuropeo nos rehúye, no nos daremos por vencidos" capturan su tenacidad detectivesca, haciendo que algunos temas sean digeribles para no especialistas o lectores poco pródigos en la materia, como es mi caso. Mallory equilibra rigor académico con divulgación accesible, usando mapas, tablas comparativas de cognados lingüísticos y diagramas genéticos para ilustrar conexiones. Por ejemplo, dedica capítulos enteros a ramas específicas -indoirania, itálica, céltica- mostrando cómo mitos compartidos revelan un sustrato cultural común.
En síntesis, estamos ante una obra altamente recomendable, que demuestra cómo la ciencia reescribe nuestra historia compartida y sigue transformando la humanidad. J. P. Mallory, con sus 50 años de experiencia, nos recuerda que somos herederos de nómadas esteparios cuya lengua moldeó civilizaciones.










No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nuestro blog se alimenta de tus comentarios, gracias por leernos y dejar tu huellita =)