4 de septiembre de 2025

Visionarias, librepensadoras y espiritistas - Dolors Marín

Fecha de edición: junio 2.025
Editorial: Almuzara
Páginas: 432
Precio: 25 €
Género: Ensayo histórico

Sinopsis: A medida que en el siglo XIX se iban conformando las ciudades, estas se convirtieron en el campo de cultivo para cambios sociales y nuevas ideas para mejorar la vida cotidiana de los más desfavorecidos. Cambios que incluían ideas de lo más subversivas que incluso intentaban sustituir a la religión, lo que condujo a la explosión de teorías como el mesmerismo, el espiritismo, la teosofía… Opciones espiritualistas que gozaron de gran popularidad pero que acabaron ridiculizadas, ya que la irrupción del darwinismo fue gratamente acogida por los flamantes capitalistas, partidarios de la lucha por la supervivencia del más fuerte, y poco dados a las opciones integradoras, solidarias y participativas. 

En este caldo de cultivo de redes feministas, imaginarios obreristas y emancipaciones personales, surgieron grupos de mujeres que influyeron poderosamente en su entorno y avanzaron en el asociacionismo y el librepensamiento. Propusieron nuevas concepciones sobre la trascendencia y la vida ultraterrena, rompieron estereotipos, lucharon por su independencia e imaginaron nuevos escenarios ciudadanos. Algunas se acercaron a nuevas corrientes espirituales; otras, al republicanismo político, y otras más, al anarquismo de raíz federal. 

Maestras, editoras, poetas, ilustradoras y escritoras que merecen ser reconsideradas por su desafío a los estereotipos sobre los cuerpos y las mentes femeninas de su tiempo, abriendo camino a las nuevas generaciones.


OPINIÓN

Amalia Domingo Soler fue una de las figuras más destacadas del movimiento espiritista español y una pionera en la defensa de los derechos de las mujeres y la educación laica. Su vida, marcada por la adversidad, la resiliencia y un compromiso inquebrantable con la justicia social, la convierte en un personaje fascinante cuya influencia trasciende su tiempo. La intensa vida de esta mujer es un claro ejemplo de lo que vamos a encontrar en Visionarias, librepensadoras y espiritistas (Almuzara, 2025), de la doctora en Historia Contemporánea y especialista en movimientos sociales Dolors Marín, uno de los libros más sorprendentes que he leído en lo que va de año. 

La obra nos sitúa en un período clave de la historia de España (1830-1931), marcado por la industrialización, el crecimiento de las ciudades y el surgimiento de movimientos sociales que buscaban transformar una sociedad profundamente desigual. En este contexto, las ciudades industriales, especialmente Barcelona, se convirtieron en epicentros de nuevas ideas que desafiaban tanto el poder de la Iglesia como las estructuras patriarcales. Marín destaca cómo el espiritismo, el mesmerismo y la teosofía, lejos de ser meras prácticas esotéricas, se convirtieron en vehículos de resistencia y empoderamiento para muchas mujeres. Estas corrientes, que gozaron de gran popularidad en la época, ofrecían un espacio donde las mujeres podían asumir roles de liderazgo, cuestionar dogmas religiosos y abogar por la igualdad de género y los derechos civiles.

Uno de los grandes logros del ensayo es presentar el espiritismo como un fenómeno que no debe confundirse con el ocultismo moderno, algo que yo misma pensaba. Como explica la autora, este movimiento formaba parte del librepensamiento y se situaba en un punto intermedio entre el darwinismo ateo y las concepciones tradicionales de Dios promovidas por la Iglesia. Las espiritistas, muchas de las cuales se consideraban cristianas, acusaban al clero de traicionar el mensaje de Cristo, proponiendo una espiritualidad más igualitaria y solidaria. En ese sentido, el libro subraya cómo estas mujeres encontraron en el espiritismo un medio para reivindicar su autonomía y participar activamente en movimientos de reforma social. Sin duda, una concepción del espiritismo radicalmente diferente a la que tenemos hoy día. 

El relato se teje en torno a las vidas y contribuciones de mujeres pioneras como la citada Amalia Domingo Soler, Teresa Claramunt, Ángeles López de Ayala, Cándida Sanz, Matilde Fernández y otras. A través de ellas, Marín pinta un fresco de una sociedad en ebullición donde el espiritismo no era una excentricidad, sino un refugio para las audaces. En sus círculos, las mujeres no solo hablaban con espíritus, sino con sus propias ansias de libertad. La Luz del Porvenir, la revista de Amalia Domingo Soler, emerge como un faro: escrita por mujeres, para mujeres, sus páginas eran un grito contra la opresión, un espacio donde nombres como Carmen de Burgos o Emilia Pardo Bazán dialogaban con rebeldía. No obstante,  hay que señalar que el libro no solo se centra en figuras individuales, sino que también analiza el contexto social y político en el que operaban, incluyendo la oposición de la Iglesia católica, que llegó a quemar publicaciones espiritistas en 1861, y el impacto de eventos como la Revolución de 1868, que liberalizó las costumbres y permitió el resurgimiento del espiritismo.

El estilo de Marín es un equilibrio perfecto entre lo erudito y lo humano. Sus frases, cargadas de imágenes -una Amalia casi ciega escribiendo a tientas, una Teresa Claramunt arengando a obreros entre el humo de las chimeneas-, convierten la historia en algo tangible, casi cinematográfico. No hay distancia fría entre el lector y las protagonistas; las sentimos caminar, dudar, resistir. La autora no idealiza: muestra sus contradicciones, sus derrotas, el precio de su valentía en una sociedad que castigaba la disidencia con desprecio o exilio. Sin embargo, he notado que el deseo de abarcar un siglo entero deja hilos sueltos. Por ejemplo, las tensiones entre las espiritistas de clase trabajadora y las librepensadoras más ilustradas se intuyen, pero no se exploran a fondo. Aun así, no dejan de ser pequeñas grietas que no empañan la luz de la obra. 

En definitiva, Visionarias, librepensadoras y espiritistas es un canto a las que se negaron a ser silenciadas. Es un recordatorio de que el feminismo español no nació en los salones de la élite, sino en los márgenes, entre mujeres que creían en espíritus tanto como en la justicia. Marín no solo rescata sus nombres; las hace caminar de nuevo, con sus dudas y su fuego, invitándonos a mirar el presente con sus ojos.



Susana D.

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