Cinco años más tarde, el
Dr. Henry Beecher, profesor de Harvard, empezó a trabajar con el gobierno
estadounidense para investigar el uso que los nazis hacían primero de la
mescalina y luego del LSD como "suero de la verdad". Esta
investigación allanó el camino a la mayor operación de inteligencia
estadounidense para estudiar técnicas de control mental: MKULTRA, el infame
programa de experimentos llevado a cabo por la CIA en los años 50 y 60, que
utilizó LSD y métodos de tortura y manipulación mental para extraer
confesiones. MKULTRA, que se creó con el objetivo de aniquilar a los enemigos
comunistas de Estados Unidos y luego para imponer la manipulación masiva de la
conciencia a toda una generación de estadounidenses, acabaría configurando la
política antidroga estadounidense durante más de medio siglo.
Norman Ohler investiga la
relación, a menudo sesgada, entre la investigación científica, los gobiernos y
la cultura de las drogas, que dio forma a las políticas prohibicionistas de
drogas del siglo XX. Y lo hace presentándonos a un elenco de personajes que van
desde Albert Hofmann a los agentes de la Oficina Federal de Estupefacientes,
desde Richard Nixon a Elvis Presley, pasando por los inspiradores más célebres
de la contracultura de los 60, como Aldous Huxley, John Lennon y Timothy Leary.
La obra comienza
explorando el uso de drogas en el Tercer Reich. Detalla cómo el régimen nazi,
bajo la dirección de Hitler, utilizó anfetaminas para mantener a sus soldados
en un estado de hiperactividad y resistencia durante la guerra. El autor
menciona específicamente la droga Pervitin, que fue ampliamente distribuida
entre las tropas alemanas, especialmente durante la Blitzkrieg. Además, Ohler
describe cómo el propio Hitler dependía de una combinación de drogas, incluyendo opiáceos
y estimulantes, administrados por su médico personal, Theodor Morell. Este uso
personal de drogas por parte de Hitler ofrece una perspectiva fascinante y
perturbadora sobre el liderazgo nazi.
La segunda y tercera parte del libro se centra en el período de la Guerra Fría, donde la CIA, preocupada por perder terreno en la lucha ideológica contra el comunismo, inicia programas de investigación sobre el control mental y la manipulación psicológica. Ohler detalla el infame Proyecto MK-Ultra, que involucró experimentos con LSD y otras sustancias psicodélicas, a menudo sin el consentimiento de los sujetos. Se exploran los intentos de la CIA de usar estas drogas para obtener ventaja estratégica, desde la manipulación de prisioneros hasta experimentos en ciudadanos estadounidenses. Ohler también toca la influencia de estos experimentos en la cultura popular y en el movimiento contracultural de los años 60.
La Guerra Fría es una parte instrumental de la historia de las drogas psicodélicas, que como he mencionado se remonta a los anales del Tercer Reich. Desarrolladas por el químico suizo Albert Hofmann y utilizadas experimentalmente en los campos nazis para descomponer a los prisioneros durante los interrogatorios. Los investigadores estadounidenses que examinaban los registros del experimentador sobre "Métodos químicos para la neutralización de la voluntad" adivinaron las posibilidades que podría tener una droga de ese tipo.
Por otro lado la renuencia de los soviéticos a hacer cumplir las leyes antidrogas llevó a la sospecha de que podrían poseer secretos nazis relacionados con el LSD. En unas páginas vibrantes que se leen como una novela de espías, entrarán en escena la Fundación Ford, luego Timothy Leary, y hasta los Beatles en plena era psicodélica. Los viajes de Ohler en busca de información lo llevan de los archivos a los rincones más recónditos, haciendo gala en todo momento de un estilo narrativo que mezcla el rigor histórico con el suspense de un thriller. Su prosa es accesible, lo que permite al lector sumergirse en eventos históricos complejos sin necesidad de conocimientos previos profundos. Usa fuentes primarias, entrevistas y registros desclasificados para construir su narrativa, proporcionando tanto anécdotas sorprendentes como datos bien documentadas.
Después de su lectura os puedo decir que Un viaje alucinógeno no solo sirve como un excelente relato histórico, sino que también invita a reflexionar sobre las implicaciones éticas y morales del uso de drogas en contextos militares y de inteligencia. Una propuesta que ofrece una visión perturbadora pero fascinante de cómo las drogas han influido en grandes eventos históricos del pasado siglo XX, a la vez que despierta el debate sobre la responsabilidad de los gobiernos en la experimentación humana.
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