Sinopsis: Hubo un tiempo, recuerdan
los ancianos, en que la luna, desde su otero, iluminó las sombras y consiguió
alejar a los espíritus y bestias que en ellas habitan. Fue entonces cuando la
primera de las reinas, venida de tierras extranjeras, logró la paz en las tierras
del sureste de la península. Ella y sus sucesoras,
siguiendo los deseos de la diosa en el cielo, guardiana de la noche, lucieron
las lágrimas de la luna y se impusieron a los hombres y a las batallas. Pero
eso, ahora, está a punto de cambiar...
Año 1619 a. C. Las cosechas no fructifican,
no hay grano suficiente para alimentar a la población, la enfermedad se
alimenta de los más vulnerables, y el sol, inclemente, parece reclamar el
poder. Lena, reina y hechicera de la ciudad de la Luna, busca el sueño de sus
sacerdotisas para combatir el sufrimiento de su pueblo; sabe, aun así, que es
el fin de su tiempo y de las que la precedieron, pero también que la misma
diosa le ha enviado dos presentes: Gentar, el aprendiz de orfebre, y Seren, la
muchacha de cabello plateado. Y, cuando llega el ocaso, entiende que ellos son
su única esperanza. El mal, como siempre, germina allí donde nadie sospecharía
nunca, y sólo los más leales, unos pocos, lucharán por volver a traer la luz al
mundo.
OPINIÓN
José Zoilo, biólogo
tinerfeño y apasionado por la historia desde su juventud, ha consolidado su
reputación como uno de los autores más destacados de la novela histórica
española. Con obras previas como la trilogía Las cenizas de Hispania (2019),
que recrea la Hispania tardorromana y le valió premios como el de Novela
Histórica de Pozuelo de Alarcón, o La frontera de piedra (2023), ganadora del
Premio Edhasa Narrativas Históricas, Zoilo demuestra una habilidad excepcional
dentro de un género en el que abunda la cantidad pero no siempre la calidad.
En su nueva novela Hijos
de la luna, publicada por Edhasa, el autor se adentra por primera vez en la
prehistoria ibérica, específicamente en la cultura argárica del sureste
peninsular alrededor del 1619 a.C. Tiene mucho mérito afrontar el reto de
narrar una época de la que no hay prácticamente nada escrito y como dice el
autor todo lo que se sabe es a partir de las interpretaciones arqueológicas, lo
que convierte a esta epopeya histórica con toques míticos en todo un hito para
el género.
La historia se desarrolla
en un periodo de declive para la cultura argárica, una sociedad de la
Edad del Bronce que floreció en regiones como Murcia y Almería, con
asentamientos como La Bastida (inspiración para la Ciudad de la Luna) y La
Almoloya. El escenario se sitúa en tres ciudades donde el autor alza un mundo
complejo donde conviven bastantes personajes. En esta sociedad coexisten el
fervor por la Luna y la devoción al Sol, enzarzados en un eterno tira y afloja.
Lena, reina y hechicera de la Ciudad de la Luna, enfrenta una serie de
calamidades: cosechas fallidas, hambrunas, enfermedades que azotan a los
débiles y un sol implacable que parece desafiar el dominio de la luna, diosa
protectora del pueblo. Mas no solo a esto habrá de enfrentarse la soberana, sino también a los que amenazan la paz.
Sin embargo, el fin de
esta era matriarcal se acerca, y Lena, consciente de que su linaje se extingue,
recibe dos presentes divinos: Gentar, un joven aprendiz de orfebre marcado por
un pasado traumático, y Seren, una niña misteriosa de cabello blanco, llegada
de otro poblado. Juntos, representan la esperanza en una sociedad
estratificada, con murallas imponentes, un estamento militar organizado, una
religión compleja y una economía basada en el comercio de metales. El mal
acecha en lo inesperado, los Señores de la noche, liderados por Volthar,
heredero de la Casa de la Luna Nueva. Frente a ellos un grupo de leales deberá
luchar por restaurar la luz, en una trama que entreteje mitología lunar con
tensiones políticas y personales.
En cuanto a la
ambientación y el contexto histórico, estamos ante otro de los puntos fuertes de la novela. La recreación del mundo argárico es magistral, respaldada por una
exhaustiva documentación arqueológica. Zoilo pinta una civilización
sorprendentemente avanzada: ciudades amuralladas con miles de habitantes, un
parlamento primitivo (considerado el primero del mundo según algunos estudios),
prácticas funerarias elaboradas y el comercio floreciente de metales como la
plata y el bronce. El autor elige el final de esta era, alrededor del 1550-1600
a.C., marcado por colapsos ambientales y sociales, lo que permite explorar una
interesante crisis de fin de ciclo.
En conclusión, Hijos de
la luna es una novela histórica sorprendente, llena de simbolismo y, sobre
todo, diferente a todo lo que leído en
el género. José Zoilo no solo revive una civilización olvidada con maestría,
sino que invita a reflexionar sobre los ciclos de auge y caída, el rol de la mujer
en el poder y la esperanza en tiempos oscuros.